Un elemento muy importante para el desarrollo de la inteligencia y no obstante
tal vez uno de los aspectos más descuidados por todos nosotros es
la alimentación. Anteriormente, muchas personas no veían la
relación que existe entre la ingesta de ciertos alimientos y el rendimiento
intelectual, ahora se ha demostrado que todos los procesos mentales están
influidos por la electricidad y la química cerebral, la cual se produce
gracias al intercambio energético proveniente de la alimentación
y de la respiración.
La respiración es el proceso mediante el cual nos proveemos del aire necesario para el funcionamiento de todas nuestras células. Es la alimentación más importante, la más básica e inmediata. Minutos sin aire pueden significar la muerte. Una vida de respiración adecuada puede llevar a un estado óptimo de salud.
La respiración es una de las actividades más importantes que realizan los seres vivos, pues a través de ella tomamos el aire del medio, lo procesamos y lo convertimos en energía. De igual manera ingerimos los alimentos y los convertimos en energía que es la que vamos a emplear en los procesos de nuestra vida sobre este planeta.
De la calidad de nuestra respiración y de nuestra ingesta de alimentos dependerá la calidad de nuestra vida.
Uno de los principios fundamentales para alimentarse es que mientras comamos
más sano y más sencillo es mucho mejor, este es un principio
básico, elemental y sencillo para alimentarse inteligentemente.
Existen tres clases de alimentos:
Los tres proveen de energía para
los procesos del organismo.
Los carbohidratos pueden ser de dos clases: los simples y los complejos.
La energía de la glucosa, se emplea para los procesos eléctricos
y para la actividad de los músculos, dándoles energía
inmediata para el desempeño y para el trabajo, el movimiento y los
trabajos mentales.
El cerebro se alimenta de oxígeno y de glucosa. El oxígeno lo toma gracias al proceso de respiración y la glucosa, de los carbohidratos que consumimos.
Los carbohidratos simples son energía directa e inmediata para todos los proceso del organismo.
Los carbohidratos complejos son energía que se tarda un poco en procesarse para convertirse en energía útil, por eso, la mayoría de las veces cuando ingerimos un carbohidrato complejo, por ejemplo, arroz, papas, o granos, nos adormecen la primera media hora mientras los nutrientes se descomponen y se convierten en glucosa activa. Sin embargo, las frutas y los azúcares como la miel, la melaza, son energía inmediata para los procesos de los músculos y del cerebro. Por lo tanto el consumir carbohidratos simples o complejos todo el día es uno de los requisitos necesarios para el funcionamiento del organismo y de la inteligencia.
Las proteínas son los alimentos que construyen los tejidos y regeneran las células, son energía, son energía poderosa para la recuperación, crecimiento y revitalización de fibras, huesos y músculos.
Cuando consumimos proteínas, es decir carnes (pollo, vacuno, pescado, pavo, etc.), y los lácteos, entramos en proceso de vigilia, porque las proteínas contribuyen también a los procesos químicos que se desarrollan en el cerebro. Entonces, para estar bien alertas, tenemos que comer suficiente cantidad de proteínas, más no en exceso, porque el sistema cerebral se embota, todo el organismo se atasca y requiere mucha energía para procesar, lo que dificulta los procesos intelectuales, interfiriendo en la agilidad mental y la velocidad de transmisión del impulso nervioso. Recomendación básica entonces: moderación.
La grasas son energía de reserva para el organismo, energía para
lubricar los órganos, por lo tanto es importante consumirlas, sobre
todo aquellas que son de buena calidad y las grasas mono saturadas preferiblemente
aceite de oliva, de ajonjolí, girasol y soya, en el estado más
puro posible que se pueda conseguir.